Wednesday, March 25, 2009

Victoria Bastin's Spanish Story

El Disastre en el Campo
Victoria Bastin

Todos los años en noviembre mi familia y yo viajamos a la casa de mi Tío Jeff. Hacemos el viaje para cazar el venado, algo que hacemos anualmente. Los que vienen incluyen nuestros familiares del campo que se llaman “rednecks” y nosotros de la cuidad. Para pertenecer a este grupo de hombres, debe llevarse las botas vaqueras y hablar con los mondadientes en la boca.

Mi primera experiencia de este pasatiempo fue cuando tenía doce años. Al llegar en el campo, vi todos mis familiares. Todos ellos, de mi Tía Casilda hasta mi Tío loco, Jeff, estaban allí. Jeff siempre venía a esta reunión en el campo a pesar de tener la alergía de los venados.

Todos estában emociandos y casi no pudieron esperar el día siguiente cuando comenzaríamos a cazar. Las mujeres estaban charlando y sirviendo el té dulce a todos los que lo querían. Los hombres estaban caminando entre las filas de tobaco y hablaban de sus toros recién comprados.

Deshicimos las maletas rápidamente porque quisimos conducir el tractor antes de ponerse el sol. Planeábamos acostarnos temprano, pero primero tuvimos una cena buena que consiste en un pastel de ñame, mi favorito. Después de la cena, escuchábamos la música del banjo que mi Tio Jeff tocaba. El tocaba con gran habilidad y no quisimos dormirnos. Sin embargo, todos se fueron a dormir porque tuvimos que levantarnos antes de las tres en la mañana para salir al bosque.

La mañana siguiente, tomamos el vagón más grande al bosque. Estaba lloviendo pero no nos molestaba mucho. Trepamos por el bosque hasta encontramos un lugar donde pudimos escondernos. Me sentía en el suelo por muchas ahoras y no hablé. Por fin, vi algo… un venado enorme! Mi Tío lo ha visto también. El levantó su arma para disparar pero en aquel momento la alergía le irritó la nariz y … ACHOO!

Mi Tío estornudó y el venado se echó a correr. Jeff disparó su rifle y la bala pegó un árbol en que se escondía mi primo. Mi primo se cayó del árbol y sufrió la pierna rota. Empezó a gritar.

Volvimos a casa mojados y desanimados, sin habiendo matado un venado. Estuvimos de acuerdo que en el futuro Jeff se limitaría a tocar el banjo y no llevaría las armas.

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Disaster in the Country
Victoria Bastin

Every year in November, my family and I travel to my Uncle Jeff’s house. We make the trip to hunt deer, something that we do every year. Those who come include our redneck relatives from the country and us ‘city folks’. To belong to this group of men you should wear cowboy boots and talk with a toothpick in your mouth.

My first experience of this pastime when I was twelve. When we arrived I saw all my relatives. All of them, from my Aunt Casilda to my crazy Uncle Jeff, were there. My Uncle Jeff always came to this gathering in the country in spite of his allergies to deer.

Everyone was very excited and could hardly wait until the next day when we would begin to hunt. The women were chatting away and serving sweet tea to everyone who wanted it. The men are walking up the tobacco rows and talking about their latest bull purchases.

We quickly unpacked our suitcase because we wanted to drive the tractor before the sun set. We were planning to go to bed early, but first we ate a good dinner that included sweet potato pie, my favorite. After dinner, we were listening to banjo music played by my Uncle Jeff. He is quite the player and we all want to stay up, but we must rise before 3 o’clock to head out early in the morning. He played with great skill and we didn't want to go to sleep. Nevertheless, everyone went off to sleep because we had to get up before 3:00 the next morning to go out to the woods.

The next morning we took the biggest wagon to the woods. It was raining but it didn't bother us much. We traipsed through the woods until we found a place where we could hide. I sat on the ground for hours and I didn't speak. Finally, I saw something... a huge deer! My Uncle has seen it also. He raised his weapon to fire but at that moment his allergy irritated his nose and ACHOO!

My Uncle sneezed and the deer took off running. Jeff fired his rife and the bullet hit a tree where my cousin was hiding. My cousin fell out of the tree and broke his leg. He began to shout.

We returned home, wet and in poor spirits, without having killed a single deer. We agreed that in the future Uncle Jeff would limit himself to playing the banjo and wouldn't carry weapons.

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